Manuel Pérez

La conducta violenta en el entorno urbano: entrevista a Manuel Pérez, detective privado y analista del comportamiento

Autora: Susi Corrales –Suko–, escritora y divulgadora en criminología y seguridad

Introducción

La violencia urbana ya no puede ser entendida como un fenómeno marginal ni exclusivamente criminal. En la actualidad, está ligada a procesos psicológicos complejos, deterioro comunitario, dinámicas de exclusión y fallos estructurales en la prevención. Para comprender mejor cómo se estructura, se manifiesta y puede predecirse la violencia interpersonal en las ciudades, entrevistamos a Manuel Pérez, profesional de dilatada trayectoria en el análisis conductual aplicado a la seguridad.

Manuel Pérez es Detective Privado por la Universidad Pontificia de Salamanca, Director de Seguridad habilitado por la Universidad Rey Juan Carlos, máster en Psicología Criminal y especialista en Análisis de la Conducta Violenta. Con más de 25 años de experiencia, combina el trabajo de campo con la formación académica y la consultoría privada. Su mirada integral, técnica y humana, aporta claves esenciales para repensar el rol de la criminología práctica en el espacio urbano.


El origen conductual de la violencia

Susi Corrales (SC): Manuel, ¿desde qué punto comienza a desarrollarse una conducta violenta en una persona?

Manuel Pérez (MP): La violencia no aparece de un día para otro. Es un comportamiento que se gesta en la interacción entre biología, psicología y entorno social. En el caso de la violencia urbana, intervienen múltiples factores: carencias afectivas tempranas, exposición a modelos agresivos, normalización de la violencia como forma de resolución de conflictos, y en muchos casos, una percepción de impotencia aprendida frente a un sistema que no responde.

Desde el análisis conductual, no vemos a la violencia como un acto aislado, sino como un patrón que puede predecirse si se analizan adecuadamente los antecedentes, los detonantes y las motivaciones del sujeto.


¿Puede predecirse la conducta violenta?

SC: ¿Realmente es posible anticiparse al comportamiento violento?

MP: En parte, sí. Nunca al 100%, porque siempre hay variables que escapan al análisis, pero hoy en día contamos con herramientas para identificar perfiles de riesgo. El perfil de comportamiento violento no se basa en estereotipos, sino en indicadores observables: lenguaje corporal, patrones de interacción, discursos, aislamiento social, reactividad emocional, entre otros.

En entornos como el educativo o el laboral, es posible prevenir conductas agresivas si se cuenta con profesionales capacitados en detección temprana y protocolos de intervención. El problema es que muchas veces no se toma en serio una señal hasta que el conflicto ya ha estallado.


La violencia en la ciudad: entre la rutina y el estallido

SC: Desde tu experiencia, ¿cómo ha evolucionado la violencia urbana en España y Europa?

MP: Se ha sofisticado y diversificado. Ya no hablamos solo de peleas en la vía pública o delincuencia juvenil. Hay violencia de baja intensidad pero constante —como la intimidación, el acoso, la coacción silenciosa— y también estallidos esporádicos de violencia extrema, como agresiones a sanitarios, ataques en transportes públicos o fenómenos de vandalismo exprés.

También observamos cómo la violencia simbólica o relacional se traslada de lo digital al espacio físico. Las redes sociales están influyendo mucho en los códigos de conducta de los jóvenes: humillaciones públicas, retos virales agresivos, polarización. Todo esto reconfigura la percepción del otro como amenaza y deshumaniza al entorno.


Psicología criminal aplicada

SC: ¿Qué aporta la psicología criminal al análisis del delito urbano?

MP: Aporta una comprensión del «por qué» del comportamiento delictivo más allá del hecho. Nos permite analizar los procesos cognitivos y emocionales que llevan a una persona a ejercer la violencia: frustración acumulada, distorsión perceptiva, déficit de empatía, falta de control inhibitorio…

El enfoque psicológico nos ayuda a comprender no solo al agresor, sino también a la víctima, a la comunidad y al propio sistema de seguridad. Muchas veces el delito no es solo una transgresión legal, sino la expresión de un malestar profundo, de un conflicto no resuelto que se descarga en la vía pública.


Perfiles de agresores y dinámicas emergentes

SC: ¿Existen nuevos perfiles o tipologías de agresores en el entorno urbano actual?

MP: Sí, y es clave detectarlos. Por ejemplo, está creciendo un perfil que llamamos «violento reactivo contextual»: personas aparentemente funcionales que, ante una frustración específica, explotan de forma agresiva. Lo vemos en conductores, clientes de comercios, usuarios de servicios públicos. Es la violencia de la inmediatez.

También hay jóvenes que canalizan el vacío identitario o la marginalidad mediante conductas violentas simbólicas: atacar mobiliario urbano, enfrentar a la policía como forma de autoafirmación. Y no debemos olvidar los agresores relacionales, que emplean la violencia como control: parejas, padres, compañeros.


El papel de la seguridad privada

SC: Como detective y director de seguridad, ¿cómo ves el rol del sector privado frente a estas formas de violencia?

MP: La seguridad privada cumple una función preventiva clave en muchos espacios donde el Estado no llega. No solo en protección patrimonial, sino en detección temprana de conflictos, mediación, vigilancia disuasoria y recolección de información relevante.

El problema es que muchas veces se nos ve como auxiliares sin formación, y eso es un error. Hay profesionales con conocimientos avanzados en criminología, psicología, análisis del comportamiento. Incluir a la seguridad privada en estrategias de seguridad ciudadana es aprovechar un recurso valioso, siempre bajo supervisión y regulación adecuada.


¿Es la violencia inevitable?

SC: ¿Crees que la violencia urbana es un fenómeno inevitable o puede reducirse?

MP: No es inevitable, pero no desaparecerá del todo. Lo que sí podemos hacer es reducir su frecuencia, su gravedad y su impacto mediante políticas públicas coherentes, intervención temprana y educación emocional. Necesitamos un enfoque interdisciplinario donde participen criminólogos, psicólogos, trabajadores sociales, urbanistas, y por supuesto, la ciudadanía.

El problema es que muchas veces las políticas son reactivas: se responde con más patrullas, más cámaras, más control. Pero si no se trabaja la prevención desde la raíz, solo estamos conteniendo el síntoma, no la enfermedad.


Consejos para la ciudadanía

SC: ¿Qué puede hacer un ciudadano ante esta realidad?

MP: Lo primero, informarse. La percepción de inseguridad muchas veces es más alta que el riesgo real. Pero también hay que saber identificar señales de violencia incipiente, denunciar, colaborar con los profesionales y no fomentar la escalada: no responder con agresión, no viralizar contenidos violentos, no normalizar el abuso.

Y sobre todo, recuperar la confianza en la comunidad. La vigilancia natural —mirar por el otro, no ser indiferente— sigue siendo una de las formas más efectivas de prevenir el delito.


A través de la mirada precisa de Manuel Pérez, queda claro que la violencia urbana es un fenómeno complejo, que exige respuestas técnicas, integrales y humanas. No basta con endurecer penas o multiplicar controles. Es necesario entender los procesos internos que conducen a la agresión, intervenir en los entornos que la favorecen y apostar por una seguridad basada en la prevención inteligente y la participación ciudadana.

Como dice Pérez, “la violencia no es solo un hecho penal: es un síntoma social que puede analizarse, preverse y contenerse… si sabemos mirar más allá del golpe y de la sangre”.


Referencias

  • Pérez, M. (2022). Conducta violenta: análisis psicológico aplicado a la seguridad. Editorial Praxis.
  • Dutton, D. G. (2007). The Psychology of Genocide, Massacres, and Extreme Violence. Praeger.
  • Bauman, Z. (2005). Vida líquida. Paidós.
  • Asociación Española de Criminología Aplicada (AECRA). (2021). Informe sobre violencia urbana en entornos metropolitanos.
  • OMS. (2014). Informe mundial sobre la prevención de la violencia.

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